Cap 1: La fatídica cena. 15 de agosto de 1810
"Si en algún momento de mi vida sentí felicidad, está se desvaneció dando paso a la negrura, el dolor y el odio.
Mi nombre es Violet Rossini , hija del hombre más rico de Italia, Luca Rossini.
Siempre he llevado una vida llena de lujos para mi, innecesarios.
Mis padres son estrictos y rectos. Yo, la verdad no me parezco ni una pizca a ellos.
Siendo una señorita, he tenido , tengo y tendré prohibido enamorarme de quién no debo, ser irrespetuosa e insolente, estudiar cómo los hombres...
Y me encantaría dejar todo atrás, escapar sin tener ataduras. Dejar de vivir cómo una presa."
-Violet, hija ¿no crees que deberías dejar de escribir tanto? !Vas a acabar loca¡
-Madre, es lo único que puedo hacer al estar encarcelada.
- Por favor, no seas así- me regañaba- No da buena imagen de ti tu insolencia.
-Si usted así lo dispensa. Haré su voluntad.
-Que así sea.- dijo con aplomo.
- Madre, si no es molestia, me gustaría disfrutar de algo de soledad en mis aposentos- pedí. Lo único que necesitaba en ese momento era no tener que aguantarla.
- Muy bien, disfrutad de ella si así quereis.
"Mi vida siempre ha sido monótona, aburrida sencillamente.... infeliz. Si infeliz es un término bastante exácto.
Amar , o al menos a quien me plazca es un lujo que no puedo permitirme"
"Toc, toc" tocaron en mi pueta.
- Pase
.Señorita, su madre me ha mandado a comunicarle que esta noche habrá una cena y que debe ir- me hablaba Catherine.
- Pues, dígale a mi señora madre que no me encuentro bien. Y que no cuente con mi presencia en el evento- mentí.
-Señorita, no es por contradecirla, pero bien sabe que su madre la llevará a rastras aunque esté agonizante- advertía ella.
-Bueno, ¿A qué hora es?
-A las ocho en punto, traeran el carruaje, ya que es en casa de un amigo del señor.
-Gracias , puedes retirarte.
Catherine era bajita, rubia y regordeta. Era una señora cariñosa y compresiva, vamos lo que escaseaba en mi casa.
Cuando me quedé sola, empecé a rebuscar en mi armario.
Me decanté por un traje beige, con detalles negros. Y me peine mis cabellos castaños en un bonito moño trenzado.
Bajé las escalinatas de mi prisión. Y allí en el salón esperé a mis padres. Erán las ocho menos diez asi que no tardarían en aparecer.
- Hija mia estás preciosa- me alagó mi padre.
- Gracias padre
- ¿ Nos vamos?- preguntó mi madre.
-Si, será lo mejor- Admitió mi padre.
Subimos al carruaje y en un momento estabamos allí.
- Buenas noches señores y señorita- nos saludó un mayordomo.
-Muy buenas-dijimos los tres a coro.
-Pasen, el señor y su familia junto con los demás invitados los esperan- ese hombre me daba mala espina.
Entramos en una gran sala. Nos esperaban unas familias. La anfitriona familia Davini , los Gaviolli, y un chico llamado Angelo Priotto. Era guapisimo, tenía un porte y una elegancia dignas de un rey.
-Cenemos- Nos ordenó Bernardo Davini. Él era uno de los detectives más prolíficos de toda Italia.
La cena fué perfecta. Yo me senté entre Angelo y Bruno, hijo mayor de los Davini. Bruno era atractivo a mi mirada. Con los ojos azules cielo y el pelo rubio.
-Señorita Rossini- me susurró Angelo- si me disculpais debo ausentarme un momento.
Me dejó embriagada por su voz masculina y su olor.
Nos trajeron cava. Después de eso apareció mi ángel.
-Si me permite el atrevimiento Violet, está usted hermosa.
-Gracias Angelo- dije mientras me sonrojaba.
Los hijos de los Gaviolli, Donatello de unos doce , y Alda de mi edad se hallaban en la mesa. Donatello leía distraído y Alda coqueteaba con Bruno.
Mi padre dió el primer sorbo de cava y calló al suelo.
-!Padre¡- grité mientras me dirigia a él.
-Luca, cariño, Luca- sollozaba mi madre.
Todos nos miraban anonadados. No podían creer lo que veian.
Tras un rato, trajeron al doctor Vanni. Los trabajadores de la casa cogieron a mi padre en volandas y lo llevaron a una habitación.
A las doce bajó el doctor.Ante la atenta mirada de todos el médico se disponía a explicar lo que le ocurría a mi padre.
-Señores, debo comunicar que Luca Rossini ha sido envenenado. Murió en el acto, pues la sustancia causaba ese efecto.
Rompí en llantos y Angelo me acunó en su torso.
-Tranquila Violet, ya no llores más- me tranquilizaba él
-Pppero mmi paadre- tartamudeé.
-Señora Rossini- anunció Bernardo- no se preocupe llegaré al fondo de esto. Todos- empezó en voz más alta para que lo oyesemos mejor- sois sospechosos. Debereis quedaros aquí por un tiempo. Hay suficiente espacio en mi casa para todos. Mandad a que os traigan ropajes para un tiempo. Os asignaré cuarto seguidme.
¡ Espero que os guste!
By Adriana
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